Los cambios tecnológicos y de producción hacen necesario incorporar la formación de los trabajadores a la empresa cada vez con mayor empeño. La formación en la empresa es una inversión de futuro que refuerza las posibilidades de mejorar la producción de bienes y servicios, incrementar la competitividad y la productividad y favorecer otros factores de desarrollo profesional y de ambiente laboral.
Los trabajadores tienen derecho a la formación sobre su puesto de trabajo, conforme a la normativa laboral, además, prácticamente todos los convenios colectivos recogen la obligación de la empresa de facilitar formación a los trabajadores. Por su parte, las empresas suelen tener necesidades de formación, para ser más competivivas y mejorar sus procesos.
Con independencia del tamaño de la empesa, es conveniente que exista en la misma una persona encargada de la formación de los trabajadores, aunque la dedicación a esta labor sea compartida con otras tareas dentro de la empresa. La persona responsable de la formación en una empresa se encarga de definir las políticas de formación, diagnosticar las necesidades, gestionar los presupuestos y elaborar e implantar los planes anuales de formación.
La formación en la empresa puede ser externa o interna, según la infraestructura y las necesidades de la misma. En lo que respecta a la formación externa, cuando la empresa por sus dimensiones o por sus peculiaridades no puede disponer de infraestructura para organizar acciones formativas para la adaptación y reciclaje de sus trabajadores, puede concertar esta formación con entidades proveedoras de formación o realizarlo a través de asociaciones, agrupaciones de empresarios o autorizar la participación en las acciones formativas impartidas por las organizaciones sindicales. Para este fin, existen los llamados permisos individuales de formación para los trabajadores, que posibilita la formación con una menor carga para la empresa. La duración de las acciones formativas de los trabajadores ocupados suele ser de corta duración, oscilando entre los dos y los quince días, normalmente.
Cuando la empresa organiza directamente las acciones formativas para sus empleados, se habla de formación interna. En este caso la empresa cuenta con un servicio de formación propio que es el encargado de impulsar la política formativa de la empresa. Este servicio debe ser transversal a todos los departamentos de la misma, prestando atención a todas las áreas, para ayudarlos en el cumplimiento de sus objetivos.
Para que el servicio de formación propio de la empresa pueda realizar su labor de forma eficaz, sus orientaciones deben ser asumidas por todos los componentes de la empresa, incluida la propia dirección, además debe ser un servicio de asesoramiento que no interfiera en las decisiones empresariales. Un servicio propio de formación debe encargarse de identificar las necesidades formativas y establecer las políticas de formación, además de elaborar los planes y la evaluación de los resultados. La dirección de la empesa debe facilitar los medios necesarios, así como promover la realización de las acciones.
En cuanto a las características de los formadores de este servicio de formación propio, pueden ser personal de la empresa o de entidades provedoras de formación contratadas que suministran formadores de acuerdo a los requerimientos del servicio de formación.
La detección de necesidades de formación supone una respuesta adecuada a los requerimientos del mercado de trabajo y un ajuste para la adecuación profesional de la empleabilidad de los trabajadores. Para detectar las necesidades formativas en una empresa, es imprescindible conocer la empresa, los trabajadores y los puestos de trabajo. Para ello es necesario que la persona responsable de formación en la empresa o, si existiera, el servicio de formación recopile toda la información posible a través de cuestionarios realizados a la dirección de la empresa y a los trabajadores, además es conveniente concertar reuniones y entrevistas con los mismos para profundizar en esa recogida de información. Con la información disponible, una vez realizado el análisis de la misma, se pueden determinar las necesidades que empresa y trabajadores pueden tener en materia de formación y así difinir un plan de formación para la empresa, que cuente con los objetivos que mejor sirvan a la buena marcha de la empresa.
También, como acciones formativas complementarias, muchas empresas organizan jornadas, viajes, seminarios e intercambios profesionales, cuyo valor para la formación de los trabajadores y para la innovación en la empresa es muy importante.
Los trabajadores tienen derecho a la formación sobre su puesto de trabajo, conforme a la normativa laboral, además, prácticamente todos los convenios colectivos recogen la obligación de la empresa de facilitar formación a los trabajadores. Por su parte, las empresas suelen tener necesidades de formación, para ser más competivivas y mejorar sus procesos.
Con independencia del tamaño de la empesa, es conveniente que exista en la misma una persona encargada de la formación de los trabajadores, aunque la dedicación a esta labor sea compartida con otras tareas dentro de la empresa. La persona responsable de la formación en una empresa se encarga de definir las políticas de formación, diagnosticar las necesidades, gestionar los presupuestos y elaborar e implantar los planes anuales de formación.
La formación en la empresa puede ser externa o interna, según la infraestructura y las necesidades de la misma. En lo que respecta a la formación externa, cuando la empresa por sus dimensiones o por sus peculiaridades no puede disponer de infraestructura para organizar acciones formativas para la adaptación y reciclaje de sus trabajadores, puede concertar esta formación con entidades proveedoras de formación o realizarlo a través de asociaciones, agrupaciones de empresarios o autorizar la participación en las acciones formativas impartidas por las organizaciones sindicales. Para este fin, existen los llamados permisos individuales de formación para los trabajadores, que posibilita la formación con una menor carga para la empresa. La duración de las acciones formativas de los trabajadores ocupados suele ser de corta duración, oscilando entre los dos y los quince días, normalmente.
Cuando la empresa organiza directamente las acciones formativas para sus empleados, se habla de formación interna. En este caso la empresa cuenta con un servicio de formación propio que es el encargado de impulsar la política formativa de la empresa. Este servicio debe ser transversal a todos los departamentos de la misma, prestando atención a todas las áreas, para ayudarlos en el cumplimiento de sus objetivos.
Para que el servicio de formación propio de la empresa pueda realizar su labor de forma eficaz, sus orientaciones deben ser asumidas por todos los componentes de la empresa, incluida la propia dirección, además debe ser un servicio de asesoramiento que no interfiera en las decisiones empresariales. Un servicio propio de formación debe encargarse de identificar las necesidades formativas y establecer las políticas de formación, además de elaborar los planes y la evaluación de los resultados. La dirección de la empesa debe facilitar los medios necesarios, así como promover la realización de las acciones.
En cuanto a las características de los formadores de este servicio de formación propio, pueden ser personal de la empresa o de entidades provedoras de formación contratadas que suministran formadores de acuerdo a los requerimientos del servicio de formación.
La detección de necesidades de formación supone una respuesta adecuada a los requerimientos del mercado de trabajo y un ajuste para la adecuación profesional de la empleabilidad de los trabajadores. Para detectar las necesidades formativas en una empresa, es imprescindible conocer la empresa, los trabajadores y los puestos de trabajo. Para ello es necesario que la persona responsable de formación en la empresa o, si existiera, el servicio de formación recopile toda la información posible a través de cuestionarios realizados a la dirección de la empresa y a los trabajadores, además es conveniente concertar reuniones y entrevistas con los mismos para profundizar en esa recogida de información. Con la información disponible, una vez realizado el análisis de la misma, se pueden determinar las necesidades que empresa y trabajadores pueden tener en materia de formación y así difinir un plan de formación para la empresa, que cuente con los objetivos que mejor sirvan a la buena marcha de la empresa.
También, como acciones formativas complementarias, muchas empresas organizan jornadas, viajes, seminarios e intercambios profesionales, cuyo valor para la formación de los trabajadores y para la innovación en la empresa es muy importante.
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